En el mundo del entretenimiento, hay historias que no se conforman con un solo capítulo: construyen universos. Piensa en Star Wars, Harry Potter o Game of Thrones. Estas historias no se quedan en una película o un libro, sino que se expanden en sagas, series, tiendas, experiencias… porque fueron creadas para durar, emocionar y crecer.
En Latinoamérica también tenemos historias que han dejado huella y siguen vivas décadas después. Y aunque a veces no lo notemos, también han logrado cruzar fronteras y formatos:

- El Chavo del Ocho (México): en su mejor momento reunía a más de 350 millones de televidentes por semana. Hoy sigue presente en versión animada, libros, juguetes, licencias y hasta atracciones temáticas. Una historia sencilla que se convirtió en un fenómeno global.
- Yo soy Betty, la fea (Colombia): la telenovela más exitosa del país y la más adaptada en el mundo, con más de 30 versiones y traducciones a más de 25 idiomas. Su éxito no fue solo por la trama romántica, sino por construir un personaje profundamente humano que conecta con distintas culturas y contextos.
El pensador Español, radicado en Colombia, Jesús Martín-Barbero (1937-2021) fue uno de los investigadores más influyentes en comunicación y cultura en América Latina. Su trabajo revolucionó la forma de entender la televisión, el cine y las narrativas populares, al poner el foco en cómo las audiencias se apropian de las historias y las hacen suyas.
Martín-Barbero, sostenía que la cultura popular es poderosa cuando crea lazos simbólicos, es decir un conjunto de símbolos potentes: elementos, personajes o valores que resuenan en diferentes contextos y épocas, estos elementos se convierten en el “alma” de la historia, permitiendo que se adapte y siga viva mucho tiempo después de su estreno.
Esto es especialmente relevante cuando hablamos de propiedad intelectual (IP). Una IP sólida no se limita a una sola obra; construye un universo que las personas reconocen, reinterpretan y expanden, tal como ocurre con El Chavo del Ocho o Yo soy Betty, la fea.
Mencionar a Martín-Barbero aquí no es casualidad: su visión nos recuerda que para que una historia colombiana se convierta en un fenómeno cultural y económico, debe ser más que un guion bien escrito. Tiene que tocar fibras universales, tener una identidad clara y ofrecer espacio para crecer más allá de su formato original.

En Colombia, Betty sigue siendo un ejemplo contundente de este fenómeno. Pero justamente por eso, no podemos quedarnos en el pasado. Es urgente pensar qué nuevas historias nuestras pueden convertirse en esos universos que traspasen pantallas, fronteras y generaciones.
¿Cómo crear historias que van más allá de su formato original?
La clave está en diseñar personajes que, desde su identidad única y particular, encarnen valores y conflictos universales. No se trata de crear héroes genéricos, sino figuras tan profundamente humanas en su contexto específico que se convierten en un espejo donde cualquiera puede reconocer una parte de su propia historia.
Busca que tu narración tenga identidad propia y una vez que has creado ese valor tan profundo, es fundamental protegerlo. Por eso, tu narración no solo necesita una identidad propia, sino también una protección legal sólida. Porque una IP sin estructura no despega.
En un mundo donde lo cultural también es un motor económico, crear una historia de valor significa diseñar para que hable, crezca, sobreviva… y sobre todo, inspire.
En Studio AYMAC acompañamos a creadores y productoras a transformar sus ideas en IP con proyección internacional. Si tienes una historia que merece volar, hablemos: juntos podemos construir el universo que la hará inolvidable.
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