Te despiertas cada mañana, saltas de la cama, te bañas, bajas las escaleras corriendo, saltando los escalones de a dos en dos, tomas el desayuno que mamá te prepara y sales para el colegio donde estudias, aprendes, te diviertes, juegas al fútbol con los amigos, tal como lo has venido haciendo por años, automáticamente, sin detenerte a pensar en la maravilla que todo ello representa.
Tu cuerpo responde a tus deseos, a las órdenes de tu cerebro sin necesidad de detenerte a pensarlo. Con tan sólo desear darle un mordisco a esa manzana que tienes en la mano, ya la tienes en la boca y la estás saboreando. Ni por un segundo te detuviste a pensar en la corriente eléctrica que se generó en tu cerebro, en la sinapsis de tus neuronas que hizo posible esta acción. Nuestro día a día está lleno de pequeños milagros, de pequeñas maravillas, aunque la mayor parte del tiempo no somos conscientes de ellas.
Pero, para algunos, cada una de estas acciones representa un esfuerzo y un logro.
Te invito a detenerte e imaginar, por un instante, cómo sería hacer todas estas cosas con los ojos cerrados, o con un brazo amarrado detrás de tu espalda o teniendo que impulsarte sobre una silla de ruedas. A parar por un instante e imaginar el mundo desde la perspectiva de una persona con discapacidad.
Como Sammy, quien tiene una discapacidad visual e igual que muchas personas ciegas, usa sus dedos para leer e interpretar las letras a través de las yemas de sus dedos. Su texto está escrito en Braille.
Imagina por un momento mirarte al espejo y ver tu sonrisa quebrada. ¿Imaginas cómo sería no poder hablar o comer bien, no poder cerrar tus labios. No poder besar? Así es la vida de un niño con labio y paladar hendido.
Piensa en Camila, que cuando juega basquetbol utiliza sus manos para correr e impulsar la silla de ruedas que le permite desplazarse. Las mismas manos con las que logra una canasta, y otra, y otra más en los Juegos Paralímpicos – las Olimpiadas Especiales.
Pero ¿qué es la discapacidad?
Para mi amiga Paola, la mamá de Sammy, las discapacidades son, en realidad, capacidades diferentes.
Tener una discapacidad es escuchar un sonido diferente, moverte a un ritmo distinto al de los demás. Es requerir más tiempo para procesar la información, interpretar una situación. Es aprender a otro ritmo. Usar otros sentidos.
Tener una discapacidad es también sentir la mirada de extrañeza de las personas o ser de pronto víctima de burlas, bromas pesadas, que pueden hacer más difícil tu jornada o poner, incluso, tu vida en peligro
Tito el Bomberito, nuestro cortometraje, es precisamente una invitación a mirar el mundo de otra manera, desde otra perspectiva. A superar nuestra propia discapacidad emocional para conectar con el otro, para caminar en los zapatos del otro, ser sensibles, solidarios. Para ser empáticos.
El cortometraje está basado en Enrique tiene cinco años, mi libro, Mención de Honor en el XIX Concurso Nacional de Literatura Infantil de Comfamiliar del Atlántico en 2010 y publicado por Panamericana Editorial en 2013, con ilustraciones en acuarela de Beatriz Eugenia Vallejo.
Enrique tiene cinco años, habla de reconocer y respetar las diferencias, de aceptar nuestras limitaciones, de superar dificultades. Enrique, su pandilla y sus aventuras nacieron de una vivencia personal en mi paso por la Coordinación Académica del American School, colegio bilingüe de la ciudad de Barranquilla donde, desde sus inicios, se practica la filosofía de la inclusión educativa. Ahí conocí a Jack, en quién está inspirado el protagonista del libro.
Enrique, a quien todos llaman cariñosamente Tito, es un niño con discapacidad intelectual que vive rodeado del cariño de su familia, ama los carros de bomberos, el baile, el fútbol, y cada reto que va encontrando lo va resolviendo, gracias a su actitud, su determinación y alegría de vivir.
Mucha gente simplemente no sabe cómo interactuar con las personas diferentes. Escribir esta historia me ayudó a reconocer la importancia de ser sensibles, de aceptar que cada ser humano es diferente, a valorar estas diferencias y reconocer en el otro el derecho a ser diferente.
El libro aborda además el tema del matoneo. Las personas con limitaciones o discapacidades se convierten, con frecuencia, en víctimas de abuso o acoso por parte de sus compañeros. Ramón, el antagonista de Enrique, es precisamente un acosador quien, en un giro inesperado de la historia, se convierte en su héroe y mejor amigo.
Este proyecto ha sido una experiencia enriquecedora que me ha permitido conocer y trabajar al lado de gente muy bella, creativa y talentosa, además de explorar un mundo totalmente nuevo para mí. La emoción de ver cómo los personajes que imaginé van tomando vida, cómo van pasando del papel al storyboard y de ahí a la pantalla, es indescriptible. Me emociona observar cómo los iconos de mi Barranquilla se van transformando en el espacio, el mundo de Tito, donde la historia se desenvuelve.
Gustavo Angarita Jr. hizo la adaptación del texto al guión. Trabajar a su lado fue una experiencia encantadora. Compartimos ideas, revisamos detalles a lo largo del proceso, juntos escogimos el título Tito el Bomberito y descubrimos el hilo conductor que permitió dar el salto del texto escrito, tan preciso y conciso, a la imagen, al idioma audiovisual, donde lo narrado debe ser visto y escuchado.
La historia original está narrada en un tono muy personal, íntimo, a través de la voz y la mirada inocente de Carlitos, hermano menor de Tito. Este tono se consigue en el cortometraje a través de Morrocoy, un inesperado narrador, personaje que apenas se menciona en el cuento pero que en la versión fílmica asume un papel fundamental.
Clarita Spitz
Escritora, docente, bibliotecaria, promotora de lectura, actriz en formación.
Autora de relatos y cuentos infantiles, de artículos y entrevistas en revistas locales, nacionales, internacionales y virtuales. Creadora de Agenda Cultural de Barranquilla y de La Hora del Cuento, forma parte del equipo editorial de la revista virtual letraurbana.com, de la Compañía de Creación Artística MandragorArt y es colaboradora de la Liga de los Múltiples y sus Tardes de Cuentos.
Libros publicados:
Yo no soy Natalia, yo soy Camila, ganador del XVI Concurso Nacional de Cuento Infantil de Comfamiliar del Atlántico (2008) – Editorial Panamericana, Bogotá (2009)
“Recuerdo Infantil”, “Sin Malas Palabras” y “¿Qué Esconde la Azotea?”, narraciones que forman parte de la colección Vista al Cuento – 1ª Edición – Sonidos Interiores, diciembre de 2008
Los Cuentos de la Bobe Zoila – versiones libres de cuentos de hadas de la infancia, Editorial Libros y Libros, Bogotá, 2009
De aventuras, travesuras y unas cuantas jugarretas – versiones libres de cuentos de la infancia, Editorial Libros y Libros, Bogotá, 2009
Enrique tiene cinco años – mención en el XIX Concurso Nacional de Cuento Infantil de Comfamiliar del Atlántico (2010), publicado por Editorial Panamericana, Bogotá, 2013
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