Se podría decir que tengo una experiencia nutrida en la industria audiovisual, sobre todo en el campo de hacer audiciones, ya que tuve la oportunidad de realizar muchísimos castings a lo largo de mi vida. Con esto he llegado a la conclusión de que hay más situaciones que llevan al fracaso que al éxito, no siempre siendo por culpa del actor.  En la mayoría de los casos, es posiblemente por una edad, o característica que no concuerdan con el personaje que el director está buscando, o tal vez simplemente por la  suerte.

La mitad de mi vida ha consistido en hacer casting, es de resaltar que en la gran mayoría no fui el elegido, eso no está mal, es parte de la vida cotidiana de este trabajo. Muchos ofrecen “tips” o trucos a la hora de realizar un buen casting, pero considero que son mentiras, y como hablar en términos académicos confusos o sofisticados no es algo que me interese,  diré claramente que para mí hacerlo es faltarle al respeto a un oficio tan antiguo como lo es la humanidad en sí. 

El casting viene en oleadas de temporada, hay momentos en la vida en que el biotipo personal resulta ser muy atractivo para las productoras y directores que están buscando ese tipo específico de personajes, es algo sobre lo que no tenemos el control, pertenece a las modas, las tendencias del momento. Ese es un universo complejo de entender. 

El caso es que no podemos cambiar como somos, así que por más que queramos vamos a envejecer y hay momentos en donde no somos tan interesantes para el mercado, esa es la dura realidad de los actores juveniles, talentos emergentes que tienen limitaciones a la hora de entrar a proyectos, debido a la enorme competencia que tienen. 

Creo que la gran debilidad de las actuaciones está en el desconocimiento de la historia del teatro, más allá de lo evidente o a la que corresponde a los medios audiovisuales, que de por sí, también es bastante desconocida.

La educación artística actual está pasando por una de sus peores fases, se está desconociendo el pasado y entrando a un mundo sin conocimiento de la historia del arte, de donde sabemos se desprende el árbol de ideas e invenciones geniales que han acompañado a la humanidad desde siempre. 

Me parece increíble que cuando llego a un lugar a dar una clase de Improvisación, por ejemplo, los estudiantes de actuación de hoy en día no saben mucho cuando les pregunto de nuestra historia, de cosas como El Teatro La Candelaria y su fundador Santiago García, o por ejemplo, de las bases modernas del teatro actual traídas por Seki Sano, quien también influyó el teatro en México. Los laboratorios de experimentación teatral de Barba y Grotowsky con el Odin theater que influyeron drásticamente en el trabajo del cuerpo y la expresividad; los clásicos como Lope de Vega, Cervantes, etc., todo parece olvidado, solo existen las referencias del entretenimiento de algunas publicaciones en redes sociales, sumado a la ya diezmada televisión. 

Todo ese conocimiento se encuentra al alcance de quien se interese: en la Web, en las bibliotecas y en los teatros por mencionar algunos; los datos históricos claves para el oficio no se están investigando por los interesados en actuar. 

ODIN THEATER – EUGENIO BARBA

Este es un problema que viene desde los colegios en donde la historia, la ciencia, el arte y la cultura en general se desprecian, para darle paso a la instrucción mecánica, al conocimiento para ser obrero, sin darle espacio a la humanística, causando un gran daño en la calidad de la actuación y en las artes en general; lo que se cultivaba con cuidado en el pasado hoy en día está en peligro de ser olvidado.

A mi modo de ver, existe solo un “Tip” o consejo importante para un actor: es el cultivar el conocimiento de la cultura en general, del arte y de la humanidad;  todas las artes, desde la cueva de Altamira hasta las películas de Marvel. Es difícil hablar de cultura cuando no se tiene el conocimiento de lo que son las grandes obras hechas por la humanidad, o, de por lo menos una base mínima integral de conocimiento. Apreciar pinturas, ver conciertos de géneros diferentes a los obligados, hablar con viejos conocedores, leer los libros que nos recomendaron, mirar la ciudad con ojos de turista, aprender a hacer cosas diferentes, riesgosas, atrevidas… 

El casting es el resultado de la suma de todo el conocimiento y bagaje cultural que el actor trae a este pequeño espacio, que hoy en día está aún más reducido;  si antiguamente se utilizaba el estudio más pequeño para realizar el casting, hoy en día ni siquiera existe un estudio, así que, acomodar un espacio neutro y completamente vacío, se convirtió en una necesidad primordial, como lo dictó Peter Brook en su libro el espacio vacío.

Nuestra casa se convierte entonces, en ese íntimo espacio escénico, al cual consideramos sagrado y que siempre estuvo fuera de nuestra habitación, llevando a cabo el oficio sin el apoyo del equipo tradicional para un casting, es decir el director y su cámara.

Este estilo es nuestro nuevo método de trabajo. A partir de aquí el teatro se quedó en nuestras casas, ya veo espacios diseñados especialmente para la interpretación y la proyección de productos hechos en el hogar, el casting independiente abrirá nuevos horizontes para los actores que están llegando, mostrándonos nuevos métodos y experimentaciones que no hemos visto aún.

No existe un método preciso o exacto que nos diga cómo ganar un casting, pero podemos suponer que un ser humano que reacciona con “sentido común” a las acciones de su compañero, genera verdad; esa verdad que tanto estamos buscando y que se encuentra escondida en todos los rincones de la vida cotidiana, pero que a la hora de usarlos, se ve reducida a un puñado de acciones arquetípicas, suposiciones vagas de un mundo mal observado.

El “sentido común” se ha convertido en el menos común de los sentidos, y David Mamet lo explica bien en su libro “Falso y Verdadero”: no importa cuántos cursos de actuación o metodologías teatrales rebuscadas se puedan estudiar, la verdad sale a la luz solo porque tiene lógica, ese sentido de verdad nos conecta con la actuación y no se ve al actor, se ve al personaje y su vida; tratar de fingir emociones o de autocorregirse durante la actuación es el error más grande pienso yo, y le quita la oportunidad al actor de vivir plenamente su personaje, olvidando todo y dejándose llevar por los sentidos, no por los sentimientos, observando, absorbiendo y dejándose llevar por la trama.

Tenga éxito o no en su audición, un actor siempre será ganador si trabaja en búsqueda de la verdad, y teniendo como fortaleza el conocimiento de causa de su oficio.